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¿Cómo pueden decir...?


El salmista, al poner toda su confianza en Dios, está seguro de que ninguno de sus enemigos quedará impune. David, el autor del salmo, no piensa que él es simplemente invencible - y nosotros no debemos pensar eso sobre nosotros mismos-, pues cada día tiene su propio mal. Él escribe acerca de la justicia de Dios. Dios ama a los justos y detesta a los impíos.

Aunque suframos mucho en nuestra vida debido a personas terribles y seamos perjudicados, podemos descansar en Dios. Eso es así porque él es el justiciero, el juez justo de toda realidad. Su trono está en los cielos y de allá viene todo lo que acontece aquí.

Si alguien te robó, te humilló, te insultó o te perjudicó de alguna manera y no se arrepiente, Dios lo llevará a juicio. De la misma forma sucede con nosotros: seremos juzgados a menos que nos arrepintamos de nuestros pecados y creamos en Cristo Jesús.

Practica la justicia

  • Lee todo el Salmo 11

  • Evalúate y considera si eres justo o impío

  • Ora y confía en Dios, pues él te traerá justicia

Para orar:

Señor Dios, mi Padre, y Jesucristo mi Salvador, te ruego que me protejas y me guardes de todo mal. Cuando los impíos me amenazan y perturban mi paz, que yo esté protegido bajo tus alas a salvo de los ataques malignos. Que mis enemigos y yo nos arrepintamos de nuestros pecados y estemos eternamente a tu lado, Señor, pues en Cristo ya fueron pagados los pecados de toda la humanidad. En el nombre de Jesús, amén.

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